Hace unos años, en una buena sesión de trabajo con una consultora, nos comentó que la forma de afrontar nuestro reto de “conquistar las redes sociales” era pensar en la siguiente secuencia:
“Issue > Solution > Technology”
[Problema > Solución > Tecnología]
Boom shaka laka! Interesante. Dentro de mi castigada memoria hay momentos que se quedan grabados a fuego y este es, sin duda, uno de ellos. De hecho, recuerdo ese momento con total lucidez, recuerdo la pizarra llena con todo nuestras aportaciones y la frase que lideraba el tablero. Son esos momentos en los que alguien te plantea un nuevo enfoque en el que no habías caído antes y que, por supuesto, necesitas transformar, trasladar y falsar en lo que haces en tu día a día.
Y durante algún tiempo aguantó bien el planteamiento. Pero, como casi toda síntesis, a medida que te enfrentas a retos en distintos proyectos y sectores había alguna que otra situación en la que el esquema no me cuadraba del todo. Sentía que se quedaba corto.
No me malinterpreten, desde aquel día tengo muy claro-cristalino que cada vez que en una conversación se plantea el recurrente tema de qué tecnología utilizar, yo me iba un par de pasos atrás y necesariamente me ponía a despejar las 2 variables (primero el problema y luego la solución), y necesitaba que hubiera un consenso sobre qué entendíamos que necesitábamos y cómo poder abordar el reto, el problema, la oportunidad…
Para no herir sensibilidades y que nadie se eche las manos a la cabeza comparto un ejemplo que nada tiene que ver con lo que he podido hacer como profesional en lo que podríamos llamar “Marketing Digital”. Así que aviso:
- El siguiente ejemplo es sólo un ejemplo.
- Las personas y cifras en él pertenecen al mundo de la ficción.
- En caso de duda consulte con su farmacéutico.
Don José Fernández López, “Pepe” para los amigos y fontanero de profesión, lleva 20 años trabajando como autónomo y necesita un medio de transporte en el que desplazarse de forma ágil cuando le llaman para una avería urgente. No voy a escribir aquí sobre el valor que tiene que Pepe haya sobrevivido a 20 años de trabajo por cuenta propia, pero vayan desde aquí mis respetos a quienes luchan por seguir haciéndolo.
Pepe necesita que su medio de transporte tenga 1 o 2 plazas y para averías urgentes con su caja de herramientas tiene de sobra. Las emergencias en fontanería muchas veces lo que intentan es parar una gotera a las 3 de la mañana en un 5º sin ascensor para evitarle una ducha con efecto lluvia al vecino de abajo. La reforma en condiciones ya vendrá después.
Pues bien, con esta necesidad, en el mundo imaginario ficticio de Pepe con un mercado limitadísimo tiene sólo 3 opciones para comprar:
- Ferrari LaFerrari Aperta – me he limitado a buscar en Google el Ferrari más caro y con eso me basta.
- Dacia Dokker (furgoneta) – mejor oferta calidad precio en vehículos nuevos.
- Renault Express (otra furgo) – de segunda mano, matriculada hace 18 años por 1.000€ “en buen estado”.
Creo que con este ejemplo la mayoría de quienes lean esto (si es que llega alguien a este punto) verá con poco margen de error que el Ferrari… como que no. ¿No? Con la info del ejemplo tal vez no sea “la” mejor solución y probablemente optarían por una furgoneta comercial nuevita de paquete (Dacia Dokker) o una alternativa en el boyante mercado vehículos de segunda mano (Renault Express).
¡Obvio!
Novedoso no sé, pero la intención de este ejemplo es que te lo lleves a tu trabajo y situaciones (retos, oportunidades…) diarias y a Pepe lo cambies por “Empresa” o “tu proyecto” y luego veas si las opciones que hay en el mercado y las decisiones son tan evidentes.
No creo que sea el único que haya visto a Pepes con Ferraris ni a empresas con retos mucho más complejos que optan por lo más barato “porque esto es un gasto” (wink). O aún peor: “Nosotros creíamos que comprando un Ferrari todo solucionado” (wink-wink).
Finalizado el ejemplo de turno vamos a centrarnos en ese elemento que revolucionará el concepto y percepción de cómo entendemos las empresas en cuanto que a conjunto de personas (s-a-r-c-a-s-m-o): ¡PEOPLE! Está la invención de la rueda y luego esto.
Y ya que estoy aprovecho e intento condensar de qué van, o lo que entiendo por, issue, solution, technology. Prepárense.
- People: profesionales con quien tienes que colaborar para sacar el trabajo adelante. Son las personas, al menos por ahora, quienes lideran, coordinan, trabajan, hacen. Hasta que la Inteligencia Artificial no llegue al nivel de Skynet es una verdad impepinable. Palabras y artículos de moda hablan de “retención de talento” y en realidad lo que transpiran es, precisamente, que sin el elemento humano la cosa aguanta menos que una pompa de jabón.
- Issue: problema, reto, oportunidad… Melones, fuegos y diversión con los que tenemos que lidiar en nuestro día a día para que los proyectos sigan adelante.
- Solution: puede plantearse de forma reactiva o proactiva, pero es una respuesta a un escenario concreto que se nos plantea. Es el tratamiento aplicado tras el diagnóstico.
Un componente magnético y fascinante para materializar soluciones es la estrategia, que prepara el cocktail mágico que hace de puente entre nuestros retos y nuestras acciones teniendo en cuenta los recursos disponibles y el contexto en el que nos encontramos. “Con estos mimbres…” o también “Necesito un vehículo pero no tengo un (p—) duro”. Piensas, buscas y arreando.
Sobre cómo las soluciones son mejorables, innovación y autopoiesis ya les contaré en otro momento. - Technology: NO ES SÓLO SOFTWARE. Nada más lejos de la realidad. Se parece más a una caja sin fondo con todas las herramientas y talento a nuestra disposición para realizar nuestro trabajo.
Un puñado de siglos atrás si trabajabas en una cantera picando piedra, con martillo y escoplo te pasabas el día. Hoy día tienes martillos hidráulicos, maquinaria pesada, mega sierras que cortan con hilo diamantado… (insomnio+Youtube… qué época).
En el área del marketing digital en no pocas ocasiones nos encontramos referencias incesantes a tecnología como (únicamente) software (martillo y escoplo). Y creo que esa respuesta es mucho más pobre que tener en cuenta la riqueza de otros muchos elementos que pueden ayudarnos a sacar el mejor rendimiento (eficiente) a los mismos.
Personas: inyectan compromiso, pasión, personalidad, inteligencia, capacidades, necesidad… y un largo etcétera a tu empresa y tu proyecto. Además de su buen hacer, son parte de tu escenario y definen tu escenario.
Personas: fue en sesiones de trabajo con mi por aquel entonces jefe y con una buena profesional donde hicimos ese ejercicio de abstracción. ¡Eureka! He tenido la oportunidad de volver a repetir y replicar ese elemento en más proyectos y en diálogo continuo con colegas y proveedores. No infravaloren el potencial de poner buenos cerebros a construir juntos.
Personas: es un elemento cuya importancia aumenta con el tamaño del proyecto. Es decir, está patente en equipos pequeños, pero es brutalmente obvio en organizaciones complejas. Las personas son equipos, áreas, departamentos, jerarquía… Hoy día hasta hay “Departamentos de personas”.
No sé si seré el único, pero estoy algo aburrido de ver contenido con referencias tautológicas a lo “customer centric”. Tengo muchísimas ganas de que comencemos a ver proyectos, a leer, ver y aprender de lo “people centric”.
En la balanza, y aquí continúa el diálogo, es tu equipo quien va a tener que lidiar con problemas, soluciones y herramientas.
Es un riesgo no tenerles en cuenta en esa concatenación continua de pasos para responder a los retos de tu empresa. Es una ventaja para las organizaciones que así lo entiendan.