Obsolescencia planificada. ¿Quiere bolsa? ¡Girar hasta hacer crac!

¿Quiere bolsa?

Hoy he ido al súper. Haga lo que haga siempre acabo en la cola que más lento va. Y como coincide que en estos días tengo algo de energía extra… volvió a parecerme curiosa la frase de la trabajadora en la caja a los 89.325 clientes que estaban delante de mí: “Hola buenos días. ¿Quiere bolsa?” Frase que llevo años oyendo, pero que hoy me dió por escuchar y pensar.

Se ha hecho patente en los últimos años el despertar de cierta conciencia verde, ecológica y, una vez más, como en inglés todo suena mejor… ¡Tachán! ¡Eco friendly! Latente durante décadas pero no como tendencia en la opinión pública, no pocos han sido los esfuerzos para que sea tema de cierta relevancia. Otra tendencia de nuestros días. Contenido de masas.

Ya saben: sólo tenemos un planeta, hay que cuidarlo.

El efecto invernadero se nos queda corto. Nací en tierra de tomateros y ya quedan muy pocos. Ahora se incide en reducir emisiones de CO2 y calentamiento global como argumento científico que justifican un cambio a mejor. El progreso, una vez más, une una idea buena con un consumismo mejor (!).

Consumismo que es sustantivamente nocivo y al que hay que preservar, aplicando el análisis causal a un objeto demasiado corto de miras, cómodo. O tal vez con unos cambios lo suficientemente incómodos como para ser tolerables. Algunos esfuerzos se han hecho en cuanto a la modificación del lenguaje, hablando de consumo responsable. Ahí creo que sí que podría darse en la tecla pero, una vez más, habría que indagar no ya tanto en la etimología sino en el sentido y el significado que le damos a las expresiones con las que articulamos lo que entendemos. Consumo responsable debería resultarnos redundante. La responsabilidad deriva de una cultura formada por valores, se practica a diario y se regenera y preserva pensando con cabeza propia, crítica, informada, libre. Educación, formación y acción trenzan nuestro quehacer para la historia.

Energías renovables, transición energética, movilidad sostenible, economía circular, captura y almacenamiento de carbono, agricultura sostenible, protección y restauración de ecosistemas, gestión sostenible de residuos, urbanización sostenible, industria descarbonizada, educación y concienciación climática, agua sostenible, innovación tecnológica… El vocabulario es diverso al igual que los distintos frentes que se nos plantean. Como anécdota me gustaría aportar que si bien veo cada vez menos invernaderos, las desaladoras sí que siguen jugando un papel crucial en donde nací y nuestra vecina isla de El Hierro, declarada por la UNESCO como “Reserva de la Biosfera y Geoparque”, es una isla autosuficiente, capaz de funcionar usando energía 100% renovable. Hito digno de ser estudiado y difundido. Ojalá ver esfuerzos honestos para que el hito deje de ser excepción.

Coche y progreso

En mis años de universidad, entre distintos temas de estudio hice pequeñas colaboraciones relacionadas con el transporte y algunos trabajos sobre siniestralidad vial. De ahí que guarde cierto recuerdo grato y curiosidad no satisfecha aún por ambos, tanto coches como transporte. En el combo entre coche y ecología no sorprenderá que hablemos de coche eléctrico y, en España al menos, de la famosa etiqueta ambiental ECO

Los coches, con motores de combustión (gasolina, gasoil) han de dejar paso a vehículos con motor eléctrico o híbridos (pueden usar gasolina y también otra fuente de energía verde).

El coche ha sido clave en la consolidación de la sociedad de consumo consumista y tiene un impacto directo en nuestros días. El coche ha sido y sigue siendo referente. Esa Estrella Polar del progreso. Como hipérbole metafórica y en no poca medida romántica, es el coche el que vehicula una idea de progreso y al que van unidos valores de estatus, libertad y comodidad accesibles al gran público. El coche tuvo un papel determinante en la expansión no sólo de la producción a escala sino en el consumo de masas en el que de aquellas parecía tendérsele la mano a quienes vivían en los márgenes de la incipiente clase media de principios del s.XX. Era hacer accesible un producto de élite a aquellos que estaban no ya en una posición cómoda, sino de ingresos modestos. Progreso era innovación y que cada familia tuviera un coche.

Pues resulta que pasan los años y a día de hoy la punta de lanza del desarrollo de la producción en serie, eficiente, asequible, en masa, se ve ahora con las puertas cerradas en el corazón de los núcleos urbanos de las grandes ciudades. Se ha decidido el desencuentro, al menos formal, de dos referentes de la edad moderna: la ciudad y el coche. Este desencuentro puede que llame la atención por novedoso en Madrid, pero en Londres llevan algo más de tiempo con medidas similares. Y conste que en ambas he vivido usando transporte público y sin tener coche. Por lo que he podido leer, me lamento de no haber podido vivir en una ciudad como Pontevedra, que parece haber experimentado un cambio muy bueno en lo que se refiere a gestión de espacios.

Pasado y presente. El Ford Mustang de 1964 puro músculo contra el Tesla Model S, con el denostado Toyota Prius al que nunca se le hará justicia. El coche, cuyo valor principal era la libertad de movimientos pierde terreno. Lo ganan los peatones. Por ahora siguen dejándole las autopistas.

Velocidad, prisa, moda, ciclos cortos… El ciclo de producción de un coche hoy en día tiene una vida media de 7 años. Lanzamiento, lifting (pequeños retoques), fin de ciclo… Eso de ver hoy al coche como un miembro más de la familia ha desaparecido. Ya no envejecen con nosotros, son propiedad individual y es más que probable que cambiemos varias veces de coche.

En cuanto al motor, el catálogo ha añadido ahora la distinción entre coches de combustión, eléctricos e híbridos. Parece ser que a partir de 2035  no se venderán más coches que usen combustibles fósiles. Lo que supone no ya que dejemos de ver gasoil y gasolina sino también los híbridos, que apenas acaban de llegar a las marcas más importantes.

El discurso en torno a esta innovación, radicalizado en los últimos tiempos, se centra en el nivel de emisiones. Única, y exclusivamente, las emisiones. ¿Cómo se genera la electricidad que usan los coches verdes? Algo hemos mejorado en estándares de seguridad, pero los coches más seguros nunca son los más vendidos. ¿Nos preguntamos por qué? Esto puede ser aplicable a toda innovación y no sólo en el mundo del automóvil, con excepción de la invención del cinturón de seguridad en el 59, donde Volvo decidió renunciar a su patente para hacerlo accesible a todos los vehículos. Ejemplos de humanidad tenemos. Otra cuestión es si lo olvidamos o ignoramos. Si lo usamos para apalancar productos mejores exclusivos o accesibles y responsables. Calidad sobre cantidad y la calidad como elemento exclusivo, en materia de seguridad plantea no pocas preguntas. A día de hoy hablamos de prohibir el paso a coches según sean contaminantes o no y tenemos una fecha para su desaparición de las cadenas de montaje. ¿Por qué no tomamos medidas similares en las que la innovación en materia de seguridad sea igualmente exigible y de uso obligatorio?

Obsolescencia Planificada. Un plan mediocre bien planificado.

En castellano hablamos de obsolescencia planificada u obsolescencia programada para referirnos a la producción mediocre. Es decir, hay capacidad para hacer productos con una calidad, y a posta y con intención se hace de una calidad peor. ¿Te imaginas una bombilla que pueda durar 100 años? ¿Te imaginas unas medias que no se rompan en un par de usos? ¿Cada cuánto cambias de teléfono móvil? ¿Te has preguntado alguna vez por qué ahora las baterías vienen integradas a tu móvil y no es tan sencillo cambiarlas? Si te compras un coche nuevo, ¿cuánto tiempo te gustaría conservarlo? ¿Sabes durante cuántos años podrás comprar repuestos?

La obsolescencia planificada es la limitación artificial de la vida útil de un producto. De esta forma, tienes que volver a comprar. Si te vendo un producto que dura 1 año puede que tardes un año en volver. Si el producto deja de funcionar en un mes, o deja de estar de moda en un mes, vuelves antes. Algo así.

La calidad de bienes de consumo, obviada. Todo cambia. Todo sigue, en esencia, igual. Garantizando una vez más la perpetuidad del sistema. Un sistema que en parte resulta que genera demasiados residuos y contamina a lo grande.

¿Qué contamina más? Fabricar teléfonos que duren 2 años o teléfonos que duren 10? Ojo que la pregunta puede requerir algo más de consideración y complejidad. Pero por si ayuda, y por equilibrar la comparativa.

En un escenario tenemos teléfonos móviles que duran 2 años. Esto supone que necesitemos comprar 5 móviles en 10 años.

En otro escenario tendríamos un móvil capaz de durar 10 años.

Ahí la cuestión parece aclararse. Creo que sería bastante interesante si replicáramos este ejercicio con distintos artículos que compramos a lo largo de un año o con lo que contamina nuestra cesta de la compra.

De niño recuerdo que nos hablaban de las 3 erres: Reducir, Reutilizar, reciclar. Es curioso porque yo las recordaba como Reparar, reutilizar y reciclar. ¡Y reducir me resulta clave! Intentando recordar mientras escribía estas líneas descubrí que las 3 erres habían dado paso a las 5 erres: 

Reducir, Reutilizar, Reciclar, Reparar y Rechazar.

Todas ellas, tal vez mera casualidad, hijas de la Responsabilidad. Me parece una base sólida.

En comunicación y marketing vimos los 0% materia grasa, bajo en grasa… la gran victoria del azúcar hasta que llegaron las bebidas zero. Los conservantes, cuya misión es preservar la integridad de alimentos aún a costa de la salud del consumidor. Ese es otro tema muy interesante que cerniar.

Tenemos productos mediocres con una calidad peor, producidos así de forma intencionada. Además, vivimos en un calendario constante de rebajas, re-rebajas, requeterebajas, ofertas y descuentos. Ya no hablamos de fin de temporada, cambio de estación o la vuelta al cole.

¿Cómo lidiamos con las incoherencias de una estimulación superlativa del consumo con ofertas todo el año y su efecto nocivo sobre las personas y el planeta? ¿Cuál es el impacto de los cambios sostenibles en la producción y la cadena de suministro? ¿Qué papel juega la calidad en el proceso? ¿Cómo impacta al usuario medio y sobre todo al que llega contando céntimos antes de cobrar? La innovación tecnológica anima también a científicos de bata blanca y expertos a sueldo. Les incuba y les incorpora a un caldo de cultivo de esta continuidad. Hace demasiado tiempo que la especialización y la técnica parecen haber renunciado a su cosmovisión común de la sociedad global. ¿Podríamos tener un progreso mejor teniendo estas preguntas en cuenta?

El dinamismo es tal, que se acepta, ante una evidente necesidad por dar sentido a lo que hacemos, las respuestas planificadas a las preguntas y efectos nocivos que la obsolescencia planificada trae a nuestros mares… que alimentan de plástico a los peces que luego comemos… que vomita toneladas de basura en nuestras orillas… que en zonas turísticas son maquilladas cada mañana.

Plásticos y derivados del petróleo.

Ha venido de forma creo que inesperada la unión entre tapa y botella. Quien más quien menos ha tenido sus más y sus menos con el cambio. Sin dramatismos, por si te ocasiona la medida un gran problema déjame que te explique: giras el tapón hasta hacer “crac”, deja el tapón ahí donde está y puedes seguir vertiendo o bebiendo como hasta ahora. Cero traumitas, concéntrate en no unir nariz y tapón y llegarás lejos.

No puedo dejar de recordar que, de niño, los refrescos en casa los comprábamos en envase retornable. Y que ya superados los 30, en una visita a Berlín, pude ver cómo en el establecimiento de una famosa cadena de supermercados, podías devolver envases de aluminio y plástico y obtener un descuento en tu siguiente compra. El mecanismo es como el que vi de niño. Te clavan unos céntimos por envase que te llevas, si lo devuelves ahí los recuperas. Motivaciones de céntimos una vez más. La idea me fascinó, e inevitablemente no pude sino preguntarme por qué no era una realidad extendida en Reino Unido (donde vivía en aquel entonces) y España (donde me crié).

Ahora nos vemos con una estructura que funciona con plásticos y, además, plásticos de un solo uso. Doble reto a superar.

Las leyes suelen necesitar de años para aprobación y luego entrada en vigor. Pues bien, botella y tapón han de permanecer unidos. Es sólo una muestra más del poder de cambio. Cambios en masa y a escala.

El cambio es posible. Con eso me quedo.

El plástico de un solo uso es manifestación hecha realidad del valor de lo efímero. Nada es para siempre, la cultura nos habla de moda y comodidad que son aceptados por sus precios bajos. La percepción de ser baratos. Chollo. Ganga. Y claro. No será la primera vez que lo barato salga caro. Usar y tirar debería ser mejorado en su denominación por usar y contaminar. Tanto al planeta como a los valores que aceptamos y perpetuamos.

Curioso el binomio tapón-botella… chistes ha generado unos cuantos. ¿Recuerdan la respuesta cuando empezaron a cobrarnos las bolsas de plástico? 15 céntimos creo recordar. Luego ya la cosa evolucionó y hoy tenemos bolsas de varios usos por un euro… bolsas también hechas de plástico (!). Quiero creer que usar una bolsa de un euro suponga contaminar menos que pillar bolsas de las de antes cada vez que pasábamos por caja. El día que nos demos cuenta del material que se hacían las teleras y el tiempo que durabana lo mejor nos da un vuelco el corazón. Dicho esto. Hemos visto cómo hay cambios y cómo el cambio es posible. Ya no pillamos varias bolsas de plástico cada vez que vamos a la compra. La masa acoge de forma sencilla el cambio conductual por unos céntimos. ¿De qué calibre serían los cambios si derivaran de una sociedad consciente?

De todo esto, y para aclarar mi opinión al respecto. Todo cambio por mejorar es bueno, siempre y cuando no se haga a costa de ocultar las verdaderas causas del problema. Quiero decir con ello, que estamos donde estamos en un momento de la historia y somos limitados en nuestra capacidad de mejora. Si hemos de mejorar procesos cobrando 15 céntimos por bolsa y uniendo tapones bienvenidos sean los cambios. Lo que no me parece bueno, sino más bien mediocre, es querer centrar el tema sólo en estos cambios ignorando los efectos nocivos de la obsolescencia planificada o el consumismo. La cultura se compone de conocimiento, valores y acciones. Valores que compartimos y/o consolidamos en nuestro día a día. Seamos o no conscientes.

Sólo usando erres hemos hablado de rechazar, reducir, reutilizar, reparar, reciclar … hijas todas de la responsabilidad. Por favor no confundamos los árboles con el bosque. Tenemos unas cuantas letras más en el alfabeto… y no creo que necesitemos acrónimos e iniciales con todas ellas para poder lograr una sociedad consciente que consuma de forma responsable. Las pequeñas acciones son buenas. Espero que sumen al beneficio común. Si no, puede que las respuestas se conviertan en distracciones en las que dejamos de pensar generando buena conciencia o apatía. Ambas anulan la búsqueda de sentido poniendo respuestas al quite. Qué gran capote. 

Preguntas, valores, ideas… no viene mal darles una vuelta. Sin prisas pero con decisión tantas veces como sea necesario hasta que encontremos ese quid. Al igual que con el tapón inseparable de su botella… Girar hasta hacer crac.

Me toca.

“Hola buenos días. ¿Quiere bolsa?”

No, gracias. Ya tengo.

Referencias

Mientras escribía me vinieron a la cabeza estas canciones, entre otras.

Al pasar mis notas a ordenador, a menudo realizo búsquedas para profundizar en los temas que escribo. No se trata de un proceso riguroso, sino de preguntas que me invitan a explorar más. Aquí comparto algunos enlaces que encontré durante la escritura de este artículo, con la esperanza de que puedan ser útiles o inspirar más reflexión. Mi objetivo al escribir es más compartir cómo pienso que argumentar un punto de vista, y estos enlaces son simplemente una invitación a seguir pensando. Espero que te sean de alguna utilidad.

  • Canarias culmina con éxito una plataforma de desalación innovadora, artículo en El Espejo Canario.
  • No me he atrevido a buscar en los pocos apuntes que puedan haber llegado de mi época de Universidad.

Los enlaces a continuación hablan de distintos ejemplos de obsolescencia planificada. 

Están en inglés, pero puedes traducirlos a español de forma sencilla.

Si lees desde un ordenador haz click en el botón derecho y elige la opción traducir.

Si lees desde tu móvil es un poco más complicado ya que hay distintas formas. Desde el mío puedo hacerlo siguiendo los siguientes pasos:

  1. Pulso en los 3 puntos que salen en la parte superior derecha de la pantalla.
  2. Le doy a traducir.
  • Teléfono móvil, en Sierra.com. La imagen de arriba es su artículo traducido en el móvil.

Anécdota: me di cuenta de que este artículo comencé a escribirlo hace meses y lo había olvidado. Lo primero que hice fue reírme y luego echar un vistazo. Sólo quería decirte que creo que hacía bien Jean Guitton al recomendar a los jóvenes que dejaran que sus textos reposaran un tiempo, y además escribieran de temas con cierta perspectiva temporal. La idea es usar cierta sobriedad que equilibre el ímpetu que algunas veces nos domina cuando escribimos. Ese fue mi caso. Si te interesa leerle, su libro “El Trabajo Intelectual” me acompaña desde hace unos meses y es en el que, de muy buena forma, comparte estas y otras muy buenas ideas. Acabo de buscarlo en internet y resulta que su título completo es El trabajo intelectual: Consejos a los que estudian y a los que escriben”, editorial Rialp.

Imagen de cabecera: El Coloso, fuente Wikipedia. Curiosamente en el enlace pueden ver que hay no poca polémica sobre la autoría del cuadro, de ahí que no mencione al autor.