Trabaja duro. Descansa duro.

Eddie Hall ganó el World’s Strongest Man Competition (concurso de hombre más fuerte del mundo) en 2017. Estableció un récord en 2016 en levantamiento de peso muerto, dejando la marca en 500kg.

Hace unos días vi un vídeo corto suyo que me llamó la atención. Resulta que estuvo estancado durante años en 420 kg. Seguía una estricta rutina semanal con la que había logrado ir progresando y añadir peso poco a poco, pero llegó un momento en el que no pudo mejorar.

Tras investigar, cambiar su forma de entrenar y probar incesantemente cómo superar su marca, se dio cuenta de que el cuerpo humano tarda 10 días en recuperarse después de haber sido sometido a tal esfuerzo. En realidad, reconoce, lo que estaba provocando al intentar batir su marca cada 7 días era empeorar sus resultados porque su cuerpo no se había recuperado.

Habiendo ya visto varios vídeos suyos, hubo 2 cambios que me llamaron muchísimo la atención:

Primero dejó de intentar subir su marca personal todas las semanas y cambió su estrategia:

– Una semana haría series rápidas al 50% de su marca personal.

– Una semana haría series lentas levantando el 80% de su marca personal.

– Repetir durante 12 semanas y entonces intentar batir su récord personal.

Luego logró reducir el tiempo de recuperación de 10 días a 7. ¿Cómo? Dándole el mismo valor a descansar que a entrenar duro. Descansando bien te recuperas antes. Se dió cuenta de que aquellos contra quienes competían entrenaban tan duro como él o más, pero no prestaban la misma atención al descanso.

Ojalá el “Trabaja duro, descansa duro” tuviera más popularidad que el, entre otras cosas ineficiente,  “Trabaja duro, juega duro”.

Y de aquí derivan otras preguntas:

¿Cómo objetivamos los procesos de recuperación que necesitan nuestros equipos?

¿Tienes una rutina propia de recuperación que se adapte de forma dinámica a lo que necesitas?

Por concretar más que etiquetar, podríamos decir que en el mundo de la consultoría, nuestro trabajo exige máxima concentración durante periodos antinaturalmente prolongados en el tiempo. Paradójicamente pertenece a la naturaleza de lo que hacemos y podríamos aceptarlo como simple y llanamente que trabajar cansa. Hasta ahí creo que discrepancias, pocas.

Pero si tiras del hilo y te da por unir puntos y construir patrones e historias… tal vez te hayas encontrado con la siguiente:

Fatiga mental > Cansancio prolongado > Ansiedad > Depresión.

Burnout, estar quemado, desanimado, llega el lunes y es la muerte a pellizcos…

Cuando te ves expuesto a un estrés prolongado y no respetas tus tiempos de descanso, si te centras sólo en la siguiente entrega, el siguiente proyecto, el siguiente lo que sea y no recargas las pilas… puedes no ya sólo dejar de mejorar sino empeorar tu rendimiento y, mucho más importante, dejar de ser feliz. Te vacías. Y dejar de mejorar es un riesgo para tu empleabilidad, pero no se puede comparar al aproximarse a cierto pozo negro. En el juego laboral, las empresas cuentan con la rotación y la contratación, tú tienes sólo una vida.

El impacto de lo que hacemos, a medida que avanzamos en nuestra carrera, también aumenta. Y no diría yo que necesariamente tuviera que ser así, pero en ocasiones parece ser que hay una espada invisible de Damocles que se sienta entre nosotros y la pantalla. En una individualidad asfixiante que transmuta y transmite en no pocas ocasiones, soledad. Y te ves en un estado de alerta constante. Vas poco a poco pisando el acelerador a fondo para llegar a la siguiente entrega, al siguiente proyecto, a seguir formándote y adaptándote a la última novedad, llegar al siguiente escalafón, al siguiente gran cambio disruptivo… y es como si intentaras batir tu marca personal, tu mejor versión, a diario… y paradójicamente dejas de tener perspectiva de los objetivos, la estrategia y la táctica. El acelerador a fondo. Esa sensación de ir cada vez más rápido sin saber en realidad hacia dónde vas. De estar a la que salta mientras pierdes cierta noción de qué está pasando ni de qué vendrá después.

Hay buenas profesionales del ámbito de la psiquiatría como Marian Rojas-Estape que lo advierten:

Vivir en un estado de alerta permanente provoca depresión.

En un mundo en el que la innovación tecnológica cada vez es más accesible a más empresas, ¿cómo vamos a establecer esa diferencia que nos presente como una mejor opción? Todos corremos a carajo sacao, todos acabamos teniendo acceso a los procesos y tecnologías del momento. ¿Y luego qué? ¿Cómo sigues mejorando si no te cuidas?

Xavier Marcet habla de las personas como ese elemento fundamental de diferenciación. Y no podría yo alegrarme mucho más de ver sus reflexiones al respecto.

“Hablar del futuro con soltura no es difícil. Encontrar a las personas adecuadas para construir el futuro que queremos sí que lo es.”

Yo al amparo de Dunning-Kruger me atrevo a añadir que una vez encuentras a esas personas adecuadas, el propósito ha de ser cuidarlas, capacitar, colaborar, cultivar y facilitar que mejoren sin dejar de ser felices.

Y a quienes tienen capacidad de decisión y responsabilidades de gestión y tal vez no les convenza mi argumento… Alguna vez me he encontrado con valores antagónicos a los míos, aunque en raras ocasiones he podido tener una conversación honesta y transparente al respecto. El beneficio y los recortes por encima de la persona… y mi favorito: «esto es un negocio». El Bien y la Verdad no se pueden negar e inevitablemente son además una ventaja competitiva. Les invito con esta carta abierta a que comprueben de forma empírica si sus equipos son más rentables en condiciones de insalubre presión y ansiedad o construyendo entornos que incentiven la creatividad, el pensamiento crítico y, también, el descanso. La otra opción es que sus competidores lo hagan. Querría que llegaran a entender aquella frase de Facundo Cabral:

Si los malos supieran qué buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque sólo fuera por negocio.

E independientemente del lugar en el que te encuentres, busca margen para establecer tus propios objetivos. Uno de ellos trabajar duro, otro descansar duro. Los demás los dejamos para otro día.

Trabaja duro. Cuídateme.