Escuchar para responder: 1+1=2. Escuchar para conocer: 1 con 1=Infinito.

Comencé a pensar y a preguntar y preguntando viví. Vivo buscando respuestas de forma constante cerniando a base de preguntas aquello que me rodea. Algo llegué a entender. Algo. Puede que cada día una cosa nueva y en realidad sepa algo menos. Personas, ideas, pensamientos, experiencias, las mías conmigo y otras de quienes pasaron.

Cómo aprendemos define parte de cómo somos y lo que somos.

Y quien escribe trae bastante curiosidad de serie y se fascina por lo nuevo, lo desconocido, lo revelado, lo que muta gracias a la reflexión propia o la importada, que si bien no parte de uno, al ser entendida es incorporada. No estamos de acuerdo con todo lo que sabemos pero cuanto más ampliamos las miras y el archivo, el poso, hace de caldo para discernir y lo hacemos de continuo.

Y resulta que acabamos haciendo algo a cambio de lentejas, pagar facturas. Unos por vocación a lo que hacen otros por vocación a no ser mantenidos sino más bien asir nuestros pasos, independientemente de la naturaleza del punto en el camino en el que nos encontramos en un momento concreto.

No entiendes y te interesas, estudias, lo falsas, lo pones en práctica. Revisas, sistematizas y el impacto da pie a la eficiencia. Hago mejor ahorrando energía para poder seguir mejorando.

Y el cafelito de hoy va de compartir parte de cómo el proceso de aprendizaje a nivel individual tiene lógicas enriquecidas a nivel exponencial con el trabajo en equipo.

1 + 1 = 2.

1 con 1 = infinito

¿Cómo entendemos al equipo? ¿Derivado de una estructura u organigrama, por definiciones necesarias y hasta cierto punto útiles para gestionar el quehacer y la diversión diaria…? ¿Mi equipo son quienes llevan mi escudo?

Mi equipo son todos aquellos con quienes me cruzo. Me caigan mejor o peor. A nivel profesional esa es la definición que pongo en práctica y cuestiono a diario. Aquellos que conozco y con quienes construyes relaciones honestas de beneficio mutuo. Aquellos con quienes puedo colaborar para solucionar problemas. Hacer equipo supone, también, cuestionar los límites establecidos para que el impacto positivo de lo que hacemos sea amplificado.

Es fascinante conocer otros puntos de vista, otros errores y otros éxitos. Y a la vez que respuestas se comparten preguntas. Hilo discursivo de pasos para llegar a un punto concreto.

Qué, cómo, por qué, cuándo, dónde, quién… Pasado, presente, futuro…

No en pocas ocasiones al responder con preguntas podemos transmitir un mensaje de ataque a quien tenemos enfrente. “Me está cuestionando”. Sí. Pero no con ello ha de entenderse que se busca el mal paso o la incoherencia sino simplemente compartir los pasos realizados e identificar si las conclusiones fueron las mismas.

Puedes llegar a medir la salubridad de un equipo con esta particular prueba de PH. En una relación sana de equipo, si un compañero me plantea una solución que desconozco, lo que hago es compartir las preguntas que normalmente me hago a mí mismo. Quiero comprobar, entre otras muchas cosas, si se realizan las mismas preguntas, en el mismo orden, qué respuestas y argumentos se dan… Encontrar una solución es siempre motivo de alegría, si es algo nuevo mejor. Pero limitarnos a asimilar conocimiento sin cuestionar nos impide hacer esa alegría totalmente nuestra, gobernarla, y ponerla al servicio de problemas aún no resueltos y los que puedan presentarse mañana.

La crítica ha de ir precedida de la autocrítica y la sana autocrítica no es más que reflexión y revisión. ¿Cómo mejorar si no es revisando lo sembrado y la cosecha?

Se presentan los hechos. Positivo, negativo, causas, opciones de mejora, acción. Repetir.

Cuando se hace con otros, en equipo, lo principal es afianzar valores. Y éstos siempre están presentes. Puede que no hayan sido objetivados por escrito, pero están. Yo, en cuanto tengo ocasión, los comparto también por escrito. Más allá de los manifiestos, textos y la propaganda de responsabilidad social corporativa.

Uno de estos valores es comprender cómo conocemos y aprendemos. Y puede aprenderse de errores y éxitos. Yo personalmente no me puedo permitir el lujo de prescindir de ninguno.

Algo que me gustaría ver más a menudo es la conciencia y el valor de preguntar cómo estás y saber cómo un compañero o compañera está en base a su respuesta o en base a cómo responde, a lo que dice o a lo que no dice. El proceso es simple y ha de comenzar con una voluntad de al menos una de las partes: primero por conocer a la persona y luego lo que hace.

No habría que despreciar tampoco el valor de la salubridad de las condiciones de trabajo y, más importante aún, las relaciones que se cultivan entre quienes han de sacar el trabajo adelante. Malas empresas y buenos equipos, mejores resultados no compartidos. Es sólo una de varias combinaciones. Malos sueldos, jornadas interminables… empresas que no paran de crecer… ¿A dónde habrían podido llegar de haber cuidado mejor a quienes sacaban el trabajo adelante?

Volvamos a la colaboración como valor y el esbozo de la fórmula, al proceso de conocer y entender en equipo, a co-crear lo que hacemos. Partiendo de la base de reconocer nuestras limitaciones y aportar lo aprendido en pos de la utilidad y el beneficio compartido. Discrepar, diferencias… siempre tuve una relación difícil con las matemáticas aunque soy un defensor obseso del dato y el hecho objetivado… pero para poder manifestar la fórmula no encuentro encaje. Sin embargo, siempre he tenido una relación óptima con quienes, aún pensando y siendo distintos a mí, traían una voluntad y compromiso inquebrantables en trabajar para lograr los objetivos compartidos.

Con mis matemáticas de primaria la mejor forma en la que puedo compartirles lo que quiero decir sería algo así:

1 + 1 = 2.

1 con 1 = infinito

Uno con uno, yo. Conmigo.

Uno con uno, el prójimo. Contigo. Con ustedes. Con todo.

Esta forma de entender no puede sino aportar más posibilidades de superación y mejora.

Aprender de lo que hice y lo que hago.

Aprender de quien es mejor.

Aprender de quien sabe menos pero trae ojos frescos, fuera del vicio y la carbonilla que muchas veces genera la repetición y la pérdida de perspectiva.

Aprender es mejorar y mejorar ha de ser honestamente compartir.

Ofrecer… Si es útil, queda. Si no lo es, probemos algo distinto.

He leído que cuesta cinco veces más generar un impacto emocional positivo en una persona que uno negativo [Liderazgo Imperfecto, Jordi Alemany].

La relación es 1 vs 5. Si el energio fuera nuestra moneda de uso diario, necesitamos más para poder hacer bien. Relación uno a cinco.

Pero como toda inversión, ésta NUNCA se mide por el gasto sino por lo que renta.

Hay quien dice que la crítica es mala, y creo que hay quienes se han visto obligados a diferenciar entre crítica destructiva de crítica constructiva debido, entre otras cosas, a la perversión, corrupción, evolución del lenguaje y lo que hacemos. Y por eso nos encontramos buenos textos como este de Fernando Trias de Bes, que nos recuerdan y diferencian lo útil de lo inútil y cómo lidiar con ello:

«No vale la pena ni siquiera argumentar o razonar porque lo que el otro busca es que nos pongamos en falso o nos contradigamos en algún punto. No puede afectarnos negativamente la crítica destructiva, hay que ignorarla y eliminarla de nuestro sentir». [ESADE]

Sin crítica no puede haber pensamiento crítico. Y sin pensar con cabeza propia no se puede asimilar plenamente el conocimiento. Renegar de esta oportunidad y capacidad que lleva todo ser humano en sí no me parece mal per se si eso conduce a la felicidad de quien toma esa decisión. Pero creo que hasta para ello, hace falta cierto grado de conciencia propia.

La perversión o la mediocridad, vulgarización de la esencia de las palabras ha permitido que criticar sea sinónimo de despotricar. Cuando las cosas no salen como queríamos, cuando erramos, cuando caemos nosotros, la tecnología, los proyectos… cuando aumenta la presión… es muy buen momento para destilar qué somos como profesionales, como equipo y como empresa.

¡Crisis! ¡Se ha caído %%DigaUstedLoQueQuieraQueEjemplosHayMuchos%%! ¡Toquen zafarrancho de despotrique! Hay bastante experiencia acumulada en gestión de crisis y gestión del cambio. Hoy quiero centrarme en lo que les precede.

Cuando vienen duras, ser capaz de identificar si una aportación o comentario externo es útil es una ventaja brutal.

¿Me sirve esto de algo?

Sí: escucha.

No: no me molesto ni en responder. Eficiencia absoluta.

Estoy aprendiendo a montar en bici. Me caigo. Y escucho una voz que me grita: “¡te caíste!”. Eso ya lo sabía. Ni respondo.

Mismo escenario. Me caigo. Alguien se acerca y me dice “prueba primero a avanzar levantando los pies y luego, cuando mantengas el equilibrio, pedalea. No intentes arrancar pedaleando”. Eso no lo sabía. Muchas gracias. Voy a probar a ver cómo sale.

Este ejemplo sencillo, ese encaje de preguntas y respuestas, ese análisis logarítmico puedes llevarlo contigo a toda reunión y conversación. ¿Hablamos de lo obvio o hablamos de mejorar? ¿Necesitamos colgarle la medalla del fracaso a un compañero o intentamos solucionarlo y darle las gracias por haberla cagado antes que nosotros?

Algo que puede que trate en otro momento sea ver cómo esa dinámica destructiva se da entre terceros. Estás en medio o eres parte de una reunión. Ver cómo un alguien intenta desacreditar a otro alguien y las dinámicas que de ahí pueden derivar.

Por honestidad y beneficio de TODAS las partes, toca participar. Da para un cafelito… o tres.

Yo alguna medallita de “el error es mío” tengo. Y cuando se trata de mi trabajo, esos frutos son también míos. Los mantengo muy cerca de mí, para que sean objetos únicos de coleccionista. Para que no se repitan. Al fin y al cabo, creo que hasta ahora, nadie me ha contratado por mis errores sino mis aciertos o mis conocimientos. Lo que no en pocas ocasiones pasa es que despreciamos que, parte de acertar y de conocer es, también, caer.

Para ir cerrando por hoy querría también esbozar el poder de la conversación con quienes trabajamos. Reconocer al otro como un igual más allá del puesto y los años de experiencia acumulados.

Hay una diferencia brutal entre preguntar para conocer y preguntar para responder lo que ya sabíamos.

La pregunta que plantea un escenario de mutuo beneficio es aquella que se construye y evoluciona con el otro. La visión limitada y mediocre es aquella que no varía independientemente de lo que nos diga quien tenemos enfrente:

Escenario 1: Reunión de 15 minutos:

– ¿Cómo estás?

– Jodido.

– Bueno qué le vamos a hacer, así estamos todos. Te llamaba para…

Escenario 2: Reunión de 15 minutos:

– Hola buenas, ¿qué tal estás? ¿Pudiste ver la agenda? Se trata de unir “A” con “B”.

– No he podido, estamos hasta arriba y se me ha pasado totalmente.

– ¿Y eso? ¿Qué ha pasado?…

Conocer, preguntar, escuchar… es como montar en bici. Cuesta aprender, espero que nunca dejemos de hacerlo ni lo olvidemos.

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